Percentiles e hitos del desarrollo, ¿las nuevas tablas de la ley?

Percentiles e hitos del desarrollo, ¿las nuevas tablas de la ley?¿Quién no se ha topado alguna vez con las famosas tablas de percentiles de peso y altura? Están en todas partes: en la cartilla de salud, en la consulta del pediatra, incluso en los papelitos que en la farmacia te dan cuando vas a pesar al peque (algunas de estas tablas, con cifras interesadamente abultadas, junto a publicidad de alguna marca de leche de fórmula). Y, sin poder evitarlo, se nos van los ojos a buscar el punto de la tabla donde se sitúa nuestro retoño (y si no, ya nos lo marcarán en la revisión de niño sano para que no lo perdamos de vista), con un cierto anhelo de encontrarlo en la parte alta, aunque sólo sea por el deseo aferrado en el subconsciente colectivo de esta sociedad competitiva de que nuestro hijo esté en todo por encima de la media.

Sin embargo, a estas alturas de la película, todo el mundo sabe que, en cuanto al físico, cada niño es un mundo. Igual que los adultos. En el mundo los hay altos, bajitos, corpulentos, rechonchos y delgados como espárragos. Y todos son normales. Como dice el pediatra Carlos González en su libro Mi niño no me come, que todos estén por encima de la media es matemáticamente imposible.

No obstante, si caemos en el hechizo de los percentiles (ya sea por nosotros mismos o con la ayuda de los consejos no solicitados de algún pediatra, familiar o la vecina del quinto), nos podemos ver presas de la angustia y la frustración, así como visitando consultas médicas para ayudar a nuestro «escuálido» bebé a ganar peso, yendo de una en otra hasta que topemos con ese «profesional» que nos ofrezca la salvación en forma de leche de fórmula, cereales o batidos de «chuflasure», todo vale; obviando el peligro de hacer que un cuerpo ingiera más calorías de las que necesita y el riesgo de crear un problema de tendencia a la obesidad.

Y cuando el peque crece y ya vamos olvidándonos de los dichosos percentiles, llegan otras tablas: las de desarrollo. Ésas muchas veces no son tan explícitas, son algo más sutiles, y la mayoría de las ocasiones no se presentan en forma de tabla, sino de «sabiduría popular», algo que es mucho más peligroso, puesto que ya no se habla de medias calculadas científicamente, sino de unos estándares fijados arbitrariamente por una sociedad tendente a falsear los datos, más que nada, para hacer parecer más brillantes a sus hijos.

Un ejemplo clarísimo es el famoso «a los dos años se quita el pañal». La realidad es que muy pocos niños son capaces de controlar esfínteres al cumplir los dos años. A poco que miremos a nuestro alrededor y pensemos en los casos que conocemos (a ciencia cierta, no por informaciones de papás o mamás petulantes), podremos situar la media bastante más adelante. De hecho, según información aportada por Armando Bastida, sólo el 50% de las personas son capaces de controlar esfínteres a los 2 años y medio, el 75% a los 3 años, y el 95% a los 3 años y medio, sin que el 5% restante pueda considerarse patológico.

Pero si nuestro hijo cumple los 2 años y no es capaz de controlar esfínteres, nos preocupamos. Y así con todo. Si nos parece que empieza a hablar tarde. Si señala las cosas o no. Si no le interesa jugar con otros niños cuando se espera que sí lo haga… Y de nuevo podemos sucumbir a la preocupación (animados esta vez por maestros, psicopedagogos o cuidadores de guardería, con consejos igual que deseables que los de arriba) y llevar a nuestro pequeño de profesional en profesional hasta que alguno nos «recete» alguna forma de estimulación temprana, que aumentará la carga de estrés del niño y, en muchos casos, como apuntan autoras como Judit Falk y Noemí Beneito, resultará innecesaria.

No dudo que habrá casos de auténtica alarma, como un recién nacido con una gran pérdida de peso o un niño con alguna circunstancia muy excepcional que lastre su desarrollo, pero en la mayoría de ocasiones -y así lo confirma Falk– sólo es necesario confiar en el niño (y confiar en nosotros mismos como padres), procurarle la posibilidad de que obtenga lo que necesita de forma natural y darle mucho, mucho, mucho amor.

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2 comentarios en “Percentiles e hitos del desarrollo, ¿las nuevas tablas de la ley?

  1. Como anécdota que aparece en el libro The Einstein Syndrome (pág. 35), en Edward Teller, «padre de la bomba H», se da también algo común en estos niños: un desarrollo altamente desigual (uneven), asincrónico supongo que sería una mejor traducción (característica de superdotación). De hecho, con 8 años, se divertía con problemas de matemáticas y jugando al ajedrez con su padre, pero, necesitaba que le ayudaran a vestirse y ponerse los calcetines.Hoy en día, para personas con estrechez de miras e incapaces de resolver un simple problema matemático, esto será un sacrilegio.
    Tanto en este libro, el otro de Sowell, y lo comentado en el de Camarata, va todo ligado: hablar tarde, con retraso en la parte social en la infancia (estos desajustes ya no se dan en la vida adulta, a diferencia del autismo), y con aprender a ir al váter más tarde (Camarata indica sobre 4 años). En la página 97 de Camarata, se comenta la alarma que supone un desarrollo normal, pero diferente a lo usual.
    Por cierto, por si os interesa, aunque está para superdotados, pero en realidad sirve para cualquier «diagnóstico» que se quiera realizar por los servicios educativos o del coelgio. Como en el plano «intelectual» es difícil conversar con personas cerradas a la ciencia, es mejor irse al plano «legal»: http://perso.wanadoo.es/soespsinju/losproblemas9.htm
    De nuevo, enhorabuena por el blog!!!!

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