Circula con mucho éxito por las redes sociales y la blogosfera una imagen titulada «principales síntomas del autismo»; en algunos casos, acompañada de un texto animando a consultar con un especialista si se observan algunos de los síntomas enumerados, no necesariamente todos. La imagen en cuestión es la siguiente:
El primer peligro de esta imagen radica en su imprecisión sobre el momento del desarrollo al que se refiere. ¿A qué edad debo preocuparme si noto estos síntomas en mi hijo? Porque mi niño de 2 años recién cumplidos los tiene prácticamente todos. ¡Horror, es autista seguro! Al especialista de cabeza, y que le mande estimulación temprana. Pero, ¿y tu niño de 2 años? ¿Y el de la vecina, o el de ese señor de ahí? Si no llegan al pleno, se quedarán cerca. ¿Y todos los niños de 2 años son autistas?
Una vez analizado mi hijo de 2 años, pasemos al de 4 y medio. Vaya, pues también tiene muchos síntomas. A veces parece sordo, especialmente cuando le pido que recoja sus juguetes o que deje de hacer una actividad que le gusta. Cuando hay algo en el entorno que le atrae, o le aburre lo que digo, tampoco mantiene contacto visual. Muchas veces tiene «pataletas» por las cosas más nimias (o, al menos, que a mí me parecen nimias) y, en su afán aventurero, se expone a peligros de los que le tengo que avisar. Repite sin parar ruiditos que acaba de aprender a hacer, como chasquidos de lengua o dedos, y no le suele atraer entablar relaciones con desconocidos. ¿Será también autista?
Pero… un momento. A mí, adulta, también me cuesta entablar relaciones con desconocidos, y a veces titubeo, me dejo las frases a medio… ¿serán alteraciones del lenguaje? También parezco sorda cuando me cuentan cosas que no me interesan y no mantengo contacto visual con quien me habla cuando estoy ocupada con otras cosas. La gente se asombra de que pariera dos veces sin epidural y de que me empasten sin anestesia, ¿les pareceré insensible al dolor? No me despego de objetos como el móvil ni para ir al baño, no me suelen gustar los cambios, y, si miro a mi vida hace unos años, cuando aún salía por las noches, evidentemente no sentía temor ante peligros reales. ¿Seré autista? ¿Necesitaré estimulación temprana (o tardía)? Mi marido dice que soy hiperactiva… pero a mí él me parece muy pasivo, ¿será autista él también? ¿¡Todos somos autistas!?
Llegados a este punto, muchos ya habréis llegado al quid de la cuestión. Ninguna conducta se puede estigmatizar. En primer lugar, porque, como en su día me dijo una buena profesional, «los signos de inmadurez pueden confundirse con los síntomas del espectro autista». Y, como ya sabemos, cada niño se desarrolla a un ritmo, por lo que es difícil precisar cuándo los síntomas del dibujo son preocupantes o, simplemente, se trata de hitos no conseguidos dentro de un desarrollo típico, que llegarán a alcanzarse sin problemas (como el desarrollo del lenguaje o la comunicación de las necesidades sin llevar al adulto de la mano). Pero, por otra parte, hay que saber distinguir cuándo estas conductas «sospechosas» son rasgos de la propia personalidad, como ser introvertido, o ser hiperactivo o muy pasivo. Son cosas que, en los adultos, no se cuestionan (o sí, que muchas veces nos habremos metido con algún compañero de trabajo un poco «manta», por ejemplo, pero no se perciben como algo patológico). Y, además, hay que distinguir cuidadosamente las conductas transitorias o circunstanciales (por ejemplo, una conducta motora que se repite por ser un nuevo descubrimiento o formar parte del juego de moda en el parque; o el apego por un juguete nuevo o al que por determinadas circunstancias el niño otorga más valor). Por no hablar de que los niños tan pequeños normalmente parecen sordos cuando se les dicen cosas que no les vienen bien… y los pobres pasan el día recibiendo órdenes e instrucciones (¡una media de 400 al día, según los expertos!).
Como siempre en la vida, hay que aplicar el sentido común. Observemos a nuestro hijo aisladamente, sin establecer comparaciones con otros niños, y nuestro instinto nos dirá si realmente hay un problema o si todo va bien. Nosotros conocemos mejor que nadie su evolución, su ritmo de desarrollo y sus logros. Además, sabemos cómo es su entorno familiar y qué estilo de crianza seguimos en casa, que todo influye (por ejemplo, un niño criado de forma respetuosa no entenderá en el colegio lo que es un castigo… porque nunca ha sido castigado). Y si sospechamos que hay un problema, acudamos a un buen profesional. No digo que no haya niños que tengan problemas, sino que hay muchos -pero muchos- más niños considerados como atípicos de los que realmente son atípicos. En realidad, muchos diagnósticos sólo obedecen a un conflicto entre expectativas y realidad, y lo único que ocurre a los niños diagnosticados es que no han llegado a determinados hitos del desarrollo a la edad que ciertos adultos (padres, profesores o cuidadores) esperan de ellos.
Realmente interesante este punto de vista y desde luego a tener en cuenta….
El problema es que los padres con niños sospechosos de tea viven con la incertidumbre de si realmente su hijo sufre un trastorno o es simple inmadurez… y da vértigo apostar por la segunda opción y que luego realmente pase algo….las tablas de desarrollo son referencia para ello…por ej..mi hijo tiene 17 meses y no responde aún a su nombre ni juega bien, solo gira lod juguetes en su mano y tiene poco contacto visual…es normal preocuparse..creo..
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Hola! Gracias por tu interés. Claro que es normal preocuparse, todas las madres nos preocupamos por el desarrollo de nuestros hijos. En cuanto a tu caso concreto, todavía es demasiado pronto para saber si es sólo un desarrollo algo más lento que el de otros niños o podría ser algo más serio. Aquí te dejo un artículo sobre la escasa fiabilidad de los diagnósticos demasiado precoces:
Diagnóstico precoz: cuanto antes no siempre es mejor
También te adjunto el criterio de Judit Falk (continuadora de Emmi Pikler) sobre el desarrollo infantil que se considera «lento»:
Desarrollo lento o diferente
Y finalmente, en cuanto a la gran duda que nos surge a todas, sobre si nuestros niños tienen sólo un desarrollo diferente o hay algo más grave:
¿Es un niño «rarito» o algo más?
Espero que estos artículos te sean de utilidad y que tu niño te dé muchas sorpresas con el tiempo. Saludos!
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