El diagnóstico precoz se considera fundamental en el autismo y trastornos similares, para que los niños puedan obtener los beneficios de las terapias de estimulación temprana. El resultado de seguir este axioma al pie de la letra es que cada vez se diagnostica a los niños antes. Ya se acepta que la mayoría de los diagnósticos se realicen en edad preescolar; normalmente, al ingreso en una escuela infantil. No contentos con eso, muchos profesionales se lanzan a la carrera para ver quién puede diagnosticar antes el autismo. Circulan por redes sociales carteles de profesionales animando a los padres a buscar síntomas de autismo ya a los 18 meses. Otros afirman ser capaces de detectar el autismo incluso de bebés. El psicólogo clínico Enrico Gnaulati ya avisa de que los científicos ya han analizado el llanto de los bebés e incluso detectado diferencias significativas que podrían indicar autismo, y no falta algún espabilado que afirma que puede detectar signos de autismo a los 3 meses de edad (no es de extrañar que también diga que, si se detecta a estas edades tan tempranas, el autismo de sus pacientes se «cura»).
Sin embargo, todos estos expertos no tienen en cuenta que los niños tienen diferentes ritmos de desarrollo. Según Judit Falk, continuadora de la pediatra Emmi Pikler en el instituto Pikler-Lóczy, «durante el desarrollo infantil, todas las adquisiciones muestran una gran diversidad en lo referente a los detalles y a la edad de su manifestación». Así pues, como manifiesta Gnaulati, «cuanto más temprana sea la edad a la que se evalúa a un niño en busca de algún problema, mayores serán las posibilidades de que a un niño de desarrollo madurativo lento se le otorgue un diagnóstico falso».
En este sentido, cabe destacar el estudio de Turner & Stone de 2007 afirmaba que casi un 40% de los niños diagnosticados con trastorno del espectro autista entre los 2 y 3 años recibieron un diagnóstico incorrecto (eufemísticamente llamado en el estudio “diagnóstico inestable”), puesto que a los 4 años ya no presentaban los síntomas. Añaden que el diagnóstico de TEA era más susceptible de ser erróneo en los menores de 30 meses, los casos leves y los niños que presentaban mayores habilidades cognitivas.
Y no se trata sólo de un estudio aislado. La comunidad científica tiene bien presente el riesgo de diagnósticos erróneos de autismo y TEA con los medios actuales de diagnóstico (basados en tests subjetivos y no en pruebas médicas ni análisis científicos). De hecho, dentro de la actual cruzada por la detección precoz del autismo, se propuso en EEUU un cribado rutinario de todos los niños a edades tempranas en busca de síntomas de autismo. Es decir, que se realizaran pruebas a todos los niños, como las pruebas de la vista que se realizan en las revisiones médicas de «niño sano». La Asociación Americana de Pediatría (AAP), en un artículo de la revista Pediatrics en 2011 (resumido en español en el Diario Público), desaconsejó este cribado por el alto número de diagnósticos erróneos. «Hay muchas pruebas de cribado, en general con preguntas simples sobre el contacto visual y los gestos del bebé, pero ninguna es muy precisa», afirmó el equipo de la AAP, citando como ejemplo un test que arroja un 25% de falsos positivos (diagnósticos erróneos de autismo o TEA). «La carga familiar potencial de un diagnóstico equivocado (ya sea un falso negativo o un falso positivo) es enorme, y hay etiquetas que son difíciles de eliminar», añaden los autores.
Incluso algunos de los profesionales que hablan de la detección del autismo en los primeros meses de vida matizan mucho sus declaraciones y advierten a los padres que no busquen signos de autismo en sus bebés. «Definitivamente no queremos que los padres escuchen ansiosos los llantos de sus bebés. No está claro que el oído humano sea suficientemente sensible para detectar esto», avisan los investigadores citados por Gnaulati. En la misma línea, el Dr. Joaquín Fuentes, que habla de la detección del autismo a partir de los 6 meses, matiza que sus observaciones se refieren a un estudio de bebés con antecedentes familiares, en el que, en el grupo de niños sin antecedentes (grupo control) «no se apreció nada hasta que tuvieron entre dos y tres años, a pesar de ser seguidos «con lupa»».
Como vemos, muchos admiten la posibilidad de error que entraña el diagnóstico precoz. Otros, más testarudos, no dan su brazo a torcer, y ya hay una nueva corriente de expertos que afirman que el autismo «se cura». Un artículo publicado en la revista Pediatrics en 2012 ya habla de diagnósticos que «cambian» o «desaparecen» con los años, mientras que otro de Fein, Barton et al. (2013) habla de autismo de «evolución óptima», cuando estudia a 34 personas que habían sido diagnosticadas con autismo en su primera infancia y que, de adultas, tenían idénticas habilidades a otras 34 personas que no habían sido diagnosticadas nunca. Toda esta nueva corriente contradice a la psicología tradicional, que, como Gnaulati, afirma que «el trastorno del espectro autista es un trastorno neuropsiquiátrico permanente, en muchos casos discapacitante, que dura toda la vida». Además, no consigue explicar por qué unas personas sí se «curan» y otras no, incluso siguiendo los mismos tratamientos.
En definitiva, a menos que se observen síntomas graves y evidentes, lo más sensato es esperar. No tengas miedo de perder los presuntos beneficios de la estimulación temprana (que en realidad no resulta tan beneficiosa como parece), ya que, si tu hijo sólo tiene un retraso madurativo de cualquier tipo, podrá superarlo solo sin ningún tipo de ayuda. Según Emmi Pikler (citada por Falk), «aquellos que se desarrollan más lentamente que la media no sólo tienen el derecho de hacerlo así, sino que también tienen sus razones, que se han de respetar», recordando que «los estadios menos espectaculares no son tiempos vacíos de espera o de «estacionamiento», sino períodos importantes de intentos o de ensayos de experiencias».
Muy bueno!!!! Muchas gracias por tan valiosa información!
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Me ha parecido un artículo muy currado! Enhorabuena
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muy bueno
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Ahora mismo estoy en ese proceso de «diagnóstico» de mi hijo… Se sospecha de TEA pero me dejan claro que no se puede saber hasta más adelante… Pero es un hecho que necesita ayuda… Yo no dejaría de dar atención temprana cuando hay un retraso evidente y preocupante…
Deseo que con la terapia, logre hacer las conexiones cerebrales que no ha hecho y sea un niño normal…
Los diagnósticos en la infancia se escriben con lápiz… Pero hay que tratarlos para poder borrarlos!
Ahora ese es mi objetivo… Borrar esa palabra de mi vida y la de mi hijo… Trabajar para ayudar a su cerebrito a alcanzar su máximo potencial… Espero dentro de unos años recordar estos días de angustia como algo del pasado…
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