Muchos te hablarán de «vicios» y de «malas costumbres» si amamantas pasados los 2 años, pero lo que pocos te contarán es lo práctico que resulta dar el pecho en determinadas situaciones de la etapa «toddler» (la turbulenta transición entre bebés y niños), y los problemas comunes que os ahorraréis o por los que pasaréis de puntillas, pero que en otras familias se convierten en auténticos caballos de batalla.
1. El mejor analgésico. No importa lo duro que sea el golpe, la teta siempre le calmará el dolor. En una época en la que corren, trepan, saltan, se lanzan… y aún no controlan del todo su cuerpo, resulta muy útil contar con un alivio instantáneo en caso de caídas y golpes. Es lo que se denomina «tetanalgesia», y se recomienda ya en muchos centros de salud y hospitales para aliviarles el dolor a la hora de poner vacunas y realizar determinadas pruebas médicas.
2. Conciliar el sueño no es un problema. Conseguir que los niños se duerman nunca fue tan fácil e instantáneo como con el pecho. A menos que tenga auténticas razones para no tener sueño (como haberse pegado una siesta de campeonato), lo normal es que ocurra como en un famoso anuncio de colchones, en el que, al escuchar la palabra mágica, todos caían en un sueño profundo. Y no sólo si hacéis colecho, también si el niño duerme en su propia cama, o en cualquier otro lugar, con o sin objetos o mantitas; teniendo su teta y sintiendo la cercanía de mamá, el sitio donde dormir deja de ser un problema.
Una ventaja añadida es que esto también es válido si el niño se despierta en mitad de la noche. ¿Tienen mis hijos pesadillas? ¿Terrores nocturnos? ¿Miedos? Yo nunca lo he sabido (a menos que ellos me lo hayan contado). Teta y todos a dormir de nuevo. Y la misma «receta» vale si se despiertan antes de hora; se puede decir que la lactancia les evita muchos «madrugones». No en vano la leche contiene una sustancia inductora del sueño como es el triptófano, que forma una combinación perfecta con la sensación relajante que les produce la succión.
3. El antídoto contra las rabietas. No hay nada más práctico que dar de mamar en la difícil «edad de las rabietas». Cuando «explotan» y no son capaces de atender a razones, el pecho, a través de la succión y el contacto con mamá, les proporciona el consuelo que necesitan y les ayuda a recuperar el autocontrol de una forma casi instantánea. En un reciente viaje, con el cansancio que acumulaba mi hijo de 3 años, he tenido frecuentes ocasiones de comprobar el efecto «reset» que produce la teta durante una rabieta, ya que, pese a empezar a tomarla en mitad de la tormenta, durante un momento de bloqueo mental en el que sólo piensa en una cosa, siempre termina con una sonrisa en los labios e incluso hablando de otro tema totalmente distinto, como si nada hubiera pasado. De hecho, cuando continúa la lactancia, lo normal es que la mayoría de las rabietas acaben en el pecho; ahorrándonos así el trabajo de adentrarnos en sistemas de relajación más elaborados y quizá no tan prácticos en niños pequeños (como métodos de respiración, masajes, yoga infantil…), y evitando, de paso, caer en los estrictos métodos conductistas, tan popularizados a través de los medios de comunicación y que tan tentadores resultan ante rabietas incontrolables.
4. Chute extra de defensas a la hora de empezar el cole. El comienzo de la escolarización, ya sea en colegio o en guardería, es un momento crítico en la adquisición de enfermedades, al aumentar el riesgo de contagio por la exposición continuada a otros niños con el sistema inmunitario aún en desarrollo. En este punto, y en los primeros años de escolarización, no viene nada mal el «chute extra» de defensas que suministra la lactancia materna, ya que, según apunta la coordinadora del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEPED), Marta Díaz, «el sistema inmune de los humanos es inmaduro hasta los cinco años; le viene bien cualquier aporte que pueda recibir hasta esa edad».
Lamentablemente, la lactancia no evitará que el niño enferme, pero sí le ayudará a sobrellevar el virus, a que el cuadro sea más leve y a que no se complique y evolucione a otras enfermedades peores como neumonía y las temibles infecciones o «itis»: otitis, bronquitis, bronquiolitis, sinusitis… Según el estudio «The effects of breast-feeding on toddler health», reseñado en DMedicina, «los niños amamantados presentan una menor incidencia de infecciones».
5. Un alimento cargado de nutrientes al que nunca dice que no. Al hilo de lo anterior, la lactancia materna os aleja de la tan temida deshidratación. Muy rara vez se puede deshidratar un niño con gastroenteritis que está siendo amamantado, ya que, salvo muy extrañas excepciones, nunca se negará a tomar el pecho. Gracias a la lactancia materna también podremos despreocuparnos si coge manía a un grupo entero de alimentos (por ejemplo, la fruta, el pescado o las legumbres), ya que estas manías van remitiendo con la edad y, mientras tanto, estarán tomando diariamente un complemento lleno de nutrientes de alta calidad. Y, por cierto, también les ayudará a no padecer estreñimiento.
6. Olvidaos de las caries del biberón y otros problemas asociados a chupetes y tetinas. Una ventaja colateral de la lactancia materna a demanda pasados los dos años es la falta de uso de chupetes y biberones (¿quién quiere una copia si puede tener el original?). Y, admitámoslo, la mayoría de niños de 2 y 3 años que han dejado el pecho usa al menos uno de estos dos utensilios (no en vano siguen teniendo necesidad de succión). Sin embargo, el uso del biberón, especialmente cuando se utiliza para dormir, supone un factor de riesgo para desarrollar caries rampante (la denominada «caries de biberón»), mientras que la lactancia materna no es un factor de riesgo caries ni de otros problemas dentales. A este respecto, se ha demostrado que usar chupete o chuparse el dedo hasta los 3 años o más puede causar problemas dentales como maloclusión. Por tanto, usar el pecho en lugar de las tetinas evita tratamientos de ortodoncia y muchas visitas al dentista.
7. Destete sin traumas. Según la antropóloga Kathy Dettwyler, la edad natural del destete humano se sitúa entre los 2,5 años y los 7 años. Es evidente que, si llegamos a esta franja sin forzar un destete prematuro, la retirada del pecho se vivirá con muchas menos lágrimas. Si deseamos retirar la lactancia materna, será mucho más fácil establecer una negociación con un niño en un estadio del desarrollo cognitivo que le permita empezar a comprendernos, que con uno que vive una pérdida sin entender nada en absoluto. Y mucho menos traumático será todavía dejar pasar el tiempo y que sea el propio niño el que, poco a poco, vaya perdiendo el interés en mamar, hasta que deje de pedir del todo, o hasta que, directamente, un buen día nos diga que ya no va a tomar más.
Y, como «extra» a todas las ventajas prácticas anteriores, se añade que los archiconocidos «beneficios» de la lactancia materna son acumulativos. Es decir, cuanto más tiempo dure la lactancia, mayores beneficios obtendrán madre e hijo. Según la Asociación Española de Pediatría, «las ventajas de mantener más tiempo la lactancia materna no sólo se observan a corto plazo, sino años después del destete. Se ha constatado una menor incidencia de ciertos tipos de cáncer (como la leucemia infantil, de enfermedades metabólicas y autoinmunes (como la diabetes tipo 1) y un mayor desarrollo intelectual a mayor tiempo y exclusividad de lactancia materna», además de «un mejor desarrollo emocional y psicosocial del niño», con «una menor incidencia de maltrato infantil, una mejor relación con los padres en la adolescencia, una mayor percepción de cuidado y una mejor salud mental en la vida adulta». Asimismo, el organismo añade que, cuanto mayor sea el tiempo de lactancia, la madre se beneficiará de «menor riesgo de diabetes tipo 2, cáncer de mama, cáncer de ovario, hipertensión e infarto de miocardio».
En definitiva, dar el pecho pasados los dos años, pese al tabú generalizado, nos puede sacar de más de un apuro y ahorrarnos problemas frecuentes en nuestra sociedad. Y es que, a fin de cuentas, la lactancia materna no es sólo el mejor alimento para los más pequeños, es también un mecanismo perfecto que la naturaleza pone a nuestra disposición para acompañar emocionalmente a nuestros hijos mientras ellos maduran, en la difícil etapa de la transición de bebés a niños.
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PD.: Editado el 23/10/15 para añadir la referencia olvidada al documento de la AEPED «Lactancia materna en niños mayores o «prolongada»» (http://www.aeped.es/comite-lactancia-materna/documentos/lactancia-materna-en-ninos-mayores-o-prolongada)
Me gustó mucho el artículo. Podrían poner las fuentes científicas de sus argumentos por favor. Quiero compartirlo con médicos y familiares y no falta quien te pide las fuentes. Muchas gracias y éxito. 🙂
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Ya vi que hay varias fuentes, pero es por si tienen más.
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Hola Itzel. Muchas gracias por tu apunte! Gracias a él, me he dado cuenta de que había olvidado una referencia importantísima, al documento «Lactancia materna en niños mayores o “prolongada”». Este completo documento contiene casi 50 referencias bibliográficas y explica muy bien los beneficios en la salud física y emocional en los niños que reciben lactancia materna, así como de las madres lactantes.
Respecto a los temas que pueden quedar más «cojos» en cuanto a referencias, aquí tienes las siguientes:
1. Tetanalgesia:
– Breastfeeding or breast milk for procedural pain in neonates
– Revisión bibliográfica: Efecto analgésico de la lactancia materna en recién nacidos a término
– Efecto analgésico de la lactancia materna en la toma sanguínea del talón en el recién nacido
2. Lactancia materna y sueño
– Breastfeeding may improve nocturnal sleep and reduce infantile colic: potential role of breast milk melatonin
– The circadian rhythm of tryptophan in breast milk affects the rhythms of 6-sulfatoxymelatonin and sleep in newborn
– Lactancia materna, ¿cómo ayuda al bebé a dormir? (artículo divulgativo con referencias a estudios científicos)
3. Necesidad de succión
Three-Alarm System: Revisited to treat Thumb-sucking Habit
De este estudio, destaca su introducción, ya que analiza las características y causas de la necesidad de succión infantil, con numerosas referencias. De esta introducción, cabe destacar lo siguiente:
«El hábito de succión no nutritiva puede considerarse como el primer paso en el desarrollo de la autorregulación infantil y la capacidad de controlar las emociones. Chuparse el dedo es una forma de succión no nutritiva que ocurre ya en la semana 29ª de la gestación, se ve habitualmente en los bebés y tiene su momento cumbre entre los 18 y los 21 meses de edad. El hábito de chuparse el dedo, o la succión no nutritiva, se consideran los hábitos orales de mayor prevalencia, con una incidencia documentada que va desde el 13% a casi el 100% en algún momento de la primera infancia. El hábito de chuparse el dedo, normal en los 2 ó 3 primeros años de vida, puede causar daños permanentes si continúa más allá de esta edad. Los hábitos orales persisten habitualmente debido a estímulos físicos y emocionales, como aburrimiento, hambre, estrés, hiperactividad, placer, tristeza y varios tipos de discapacidades. El aumento de los niveles de estrés o ansiedad del niño pueden también contribuir a la continuación del hábito de succión. (…) La prevalencia del hábito de chuparse el dedo disminuye con la edad, y la mayoría de los niños abandonan esta actividad entre los 3,5 y los 4 años de edad».
El estudio se centra en evitar los problemas dentales que provoca chuparse el dedo, y, por tanto, se centra en la succión del dedo, pero es bastante evidente que, cuando habla de las edades a las que más se chupan el dedo los niños (18-21 meses) y a las que el hábito desaparece (3,5-4 años), hace referencia a las edades características de todo tipo de succión no nutritiva (chupete y, por supuesto, pecho). Por lo tanto, da a entender que la necesidad de succión persiste al menos hasta los 3,5 ó 4 años de edad, cuando los niños ya adquieren una mayor madurez y mecanismos más sofisticados de autorregulación emocional.
Espero que te sirva y perdona por el «rollo» 😉
Saludos!
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Di el pecho al mayor hasta los dos años, y a la pequeña hasta los 3 años y medio, y la verdad es que tienes que escuchar de todo, pero es una experiencia maravillosa, que repetiría una y mil veces… Además, no hubo destete traumático, ni pastillas para quitar la leche, ni nada de nada… ellos mismos van distanciando tomas hasta que un día descubres que ya no te lo piden más (y lo echas de menos más que ellos! )
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gracias
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Me parece muy buena información, sin embargo estoy bastante en desacuerdo en el tema de las rabietas… A partir de los 2 años los niños ya empiezan a razonar, y si una rabieta debe acabarse, la idea no es distraerle sino resolver el conflicto. Si una vez la situación ya se ha calmado, hay teta o no, pues cada una lo que le parezca, no? 😉
Me gustaría dejar claro que es mi opinión, como madre y psicóloga infantil.
Buen artículo!
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Colega a los 2 anios y medio el razonamiento que poseen es precario. Las rabietas se dan porque la explosion de explosiones que siente y que no sabe como encausar porque no tiene recursos ni linguisticos para manejarlas. Recien a partir de los 3 y 4 anios, la razon mas el lenguaje les da algunas herramientas y las rabietas comienzan a desaparecer por si mismas. Mientras tanto, y hasta que eso ocurra, que mejor que contenerlos con lo que mas los relaja, el mejor ansiolitoco para un ninio que es el pecho materno?? Me parece un capricho esperar a que la situacion se calme para dar o no teta… despues dicen q los caprichosos son los chicos o que las rabietas deben acabarse a los 2, 5 anios cuando los adultos somos los primeros en imponer rigideces
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Hola! Me ha gustado mucho el articulo pero me gustaria añadir que no siempre las situaciones/ condiciones son tan idilicas, tengo un hijo de 23 meses y otro de 6 meses, y doy el pecho a los dos, no se si lo habeis vivido pero la demabda del mayor se ha cuadruplicado desde que nació el peque, para mi ha sido claro el darselo a los dos por muchas razones entre las encuentran las que comentas pero acabo de decidir que se acabó la teta por la noche al mayor porque ya no doy mas de mi y puedo decir que esta siendo duro, y solo es la noche. A veces la realudad se impone a tus deseos y expectativas y tienes que hacer lo que puedes.
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Me interesa lo que comentas. Tenía entendido que cuando tienes un segundo hijo hay que destetar al primero porque las propiedades de la leche cambian en cada fase.
Me gusta la idea de poder dar a los dos. A parte del cansancio que manifiestas ¿no has tenido problemas? ¿La nutrición del pequeño va bien?
Gracias
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rebeca googlea lactancia en tandem!! es maravilloso
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Rebeca, se llama «lactancia en tándem», no es algo a lo que estemos habituados, pero no tiene ningún problema para ninguno de los bebés. Busca en Google, encontrarás un montón de información!
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¡Me encantó el post! ¡Ole! Pegotito y yo seguimos con la lactancia a sus 2 años. Me reafirman artículos así, aunque el resto del mundo lo vea como algo excéntrico y hippie. 😉
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Me ha encantado tu post. Soy defensora de la lactancia materna por todos los beneficios que aporta tanto al bebé como a la madre y da gusto leer lo bien que lo has expuesto.
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Bueno….lo que te dicen con eso de la lactancia prolongada! Y lo peor es que es gente que no tiene ni idea del tema y si es mujer la que te lo dice basándose en su propia experiencia de NO lactancia, si no de bibi (porque «llenan más», sin importar que una más que llenarlos busca nutrirlos) pues peor, indignante, y si encima le sumas que es familia…es desesperante!!!
Mi suegro el otro día me dijo que debería de quitarle el pecho, que eso seguro que no es bueno, que es un vicio…un vicio!!!! Yo con toda la calma que pude tener solo le respondí que daño no le hacía tampoco, que si cree que no es bueno, que malo tampoco…pero de verdad, con ganas de decirle que son mis tetas y mi hijo! que si me lo pide, no se lo voy a negar, nos beneficiamos los dos y que decido yo! punto!!
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Me impresionó el comentario de la señora que pidió más bibliografía. Como se cortó en los años ’50 la transmisión cultural de la práctica del amantamiento y las abuelas no pueden contar a las madres cómo se hace, es necesario que el saber de lo natural venga desde los libros.
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