La importancia de nacer en diciembre (o en noviembre, o en octubre…)

tdah y mes de nacimiento«Puedo decir sin temor a equivocarme que, tiempo atrás, la inseguridad era algo desconocido para mí. Siempre fui el mejor de mi clase. El más alto, el más rápido… Pensaba que era Superman. Al final resultó que era porque había nacido en enero y era más mayor que mis compañeros».
Gert Verhulst, actor belga, marzo 2013

El mes de nacimiento marca a una persona desde su más tierna infancia. Y no por el signo del zodiaco, ni por otras cuestiones esotéricas, sino porque de él depende la impresión que causa un niño en sus adultos de referencia (padres y profesores). Esta impresión condiciona el trato que dichos adultos de referencia van a dispensar al niño, lo que puede dejarle una huella bastante duradera.

Un adulto que sólo se relacionara con su hijo difícilmente podría llegar a realizar juicios de valor. Éstos llegan cuando el pequeño se integra dentro de un grupo de «iguales» y comienzan las comparaciones: de capacidades, de carácter, de talla y peso… La entrada al colegio dispara los juicios de valor sobre los niños al máximo imaginable. Con sólo 3 años, se analiza su integración dentro de un grupo de niños nacidos en el mismo año, en el que existen unas expectativas y un teórico «nivel» mínimo que alcanzar, para todos por igual. Y en este proceso, los más perjudicados van a ser siempre los más pequeñitos. Por muy concienciado que esté el profesor de que entre un niño y otro puede haber una diferencia de hasta… ¡una tercera parte de su vida!, involuntariamente se establecen comparaciones y juicios de valor de unos niños por lo que aparentan ser dentro del grupo (bueno/malo, listo/tonto, trabajador/vago…). ¿Sabemos los padres realmente hasta qué punto? ¿Conocemos los riesgos a los que se enfrentan nuestros hijos por ser los más pequeños de la clase?

El primer escollo: el control de esfínteres

La primera dificultad que encontrarán los niños más pequeños del grupo (y sus familias) es que no cumplirán con el primer objetivo que se espera de ellos: el control de esfínteres. Y es algo perfectamente normal, ya que, en promedio, las chicas adquieren el control de esfínteres diurno a los 32,5 meses, y los chicos a los 35,0 meses, según el estudio de referencia en la materia. Si tenemos en cuenta que los más pequeños entran al colegio con poco más de 32 meses, y que, según el mismo estudio, incluso se considera normal que tarden hasta 6 meses más que la media, la catástrofe está servida.

Más riesgo de que le achaquen un trastorno

A esta dificultad inicial, se suma el mayor riesgo de que el niño sea percibido en clase como problemático, al ser de los más inmaduros del grupo. Lamentablemente, es bastante probable que sus comportamientos inmaduros sean percibidos por maestros y orientadores escolares como síntomas de trastornos psiquiátricos, como Trastorno del Espectro Autista (TEA) o Trastorno por Déficit de Atención-Hiperactividad (TDAH). Este sobrediagnóstico de los alumnos más pequeños se conoce desde hace mucho tiempo. Ya en el año 2000, dos estudios científicos (uno de Wallingford y Prout, y otro de Wilson) pusieron de manifiesto que los niños más pequeños de la clase tenían más posibilidades de ser remitidos a educación especial que sus compañeros más mayores. El primero de estos estudios, que analizó a niños de entre 5 y 7 años, ya proponía «medios alternativos para proporcionar servicios educativos para los alumnos de primaria más jóvenes y con mayor riesgo». Otro estudio posterior, de 2002, concluía que, entre los más pequeños de la clase, «había más niños considerados con Necesidades Educativas Especiales (NEE)», en comparación con los más mayores, «pero no había diferencias significativas en Cociente Intelectual (CI), capacidad de lectura, capacidades alfabéticas o dificultades del aprendizaje específicas entre estaciones». El mismo estudio ya apunta claramente a las posibles causas: «quizá las expectativas de los profesores no tengan en cuenta completamente las variaciones de edad dentro de un mismo curso escolar».

En los últimos años, numerosos estudios han retomado esta cuestión, centrándose en el sobrediagnóstico del TDAH, debido a la controversia que este trastorno genera, al implicar la medicación de niños muy pequeños. Los resultados sobre la distribución de los diagnósticos de TDAH por mes de nacimiento son realmente impresionantes. Abriendo este artículo encontramos el gráfico de distribución de estos diagnósticos en el País Vasco, publicado en 2013 en el Boletín de Información Farmacoterapéutica INFAC, editado por el Departamento de Salud del Gobierno vasco. Un estudio realizado en Canadá en 2012 ya presentaba unos resultados similares, afirmando que los niños nacidos en diciembre tenían un 30% más de riesgo de ser diagnosticados de TDAH y un 41% más de ser tratados que los nacidos en enero. En el caso de las niñas, el incremento del riesgo era de un 70% y un 77% respectivamente. Según los autores de este mismo estudio, la inmadurez relativa de los alumnos nacidos al final del año «los expone a un diagnóstico inapropiado y a sobretratamiento».

033 la importancia de nacer en diciembre 2Se han realizado estudios científicos en muchos otros países, con resultados similares. Es el caso de Islandia:

033 la importancia de nacer en diciembre 3 - islandiaY también el caso de EEUU. Cabe destacar que, en este caso, la fecha de corte entre los cursos no es el 1 de enero, sino que en algunos estados es el 1 de septiembre y en otros estados es el 1 de diciembre. El primer gráfico corresponde a los estados que tienen como fecha de corte el 1 de septiembre, mientras que el segundo a los que la tienen el 1 de diciembre. Muy significativo el mes con más diagnósticos en ambos casos:

033 la importancia de nacer en diciembre 5 - diferentes fechas de corte

Estas estadísticas de varios países del mundo y de varias épocas del año diferentes resuelven una de las principales dudas de los investigadores al respecto: ¿se trata realmente de inmadurez o de efectos ambientales característicos de una época del año determinada que afectan al desarrollo de los embarazos según la estación del año en que tengan lugar? Ya en 2003, un estudio que atribuía a los más pequeños de la clase un mayor riesgo de trastornos psiquiátricos, lo dejaba claro: «Las comparaciones nacionales cruzadas apoyaron una explicación de la «edad relativa» basada en las desventajas de la inmadurez, en lugar de una explicación de la «época de nacimiento» basada en la variación estacional del riesgo biológico». Éste es el gráfico que presentaba dicho estudio para Inglaterra y Gales (con fecha de corte el 1 de septiembre):

Un estudio posterior de 2007 era rotundo sobre el sobrediagnóstico al que se ven expuestos los más pequeños:

«Si se acepta la hipótesis de la inmadurez, debe considerarse la posibilidad de que los niños nacidos en verano [la fecha de corte en el Reino Unido es el 1 de septiembre] estén siendo sobrediagnosticados de patologías, recibiendo costosos servicios psicológicos y de educación especial que no necesariamente precisan. Esta práctica podría suponer una carga económica y de recursos humanos indebida para la escuela pública. Sólo porque un niño sea social y cognitivamente inmaduro en comparación con sus compañeros, no significa necesariamente que tenga, o vaya a desarrollar, una patología».

Pero todavía hay pruebas más evidentes de que este sobrediagnóstico de trastornos psiquiátricos proviene de la comparación del niño con sus compañeros dentro de la clase. Algunos de los estudios arriba citados compararon los síntomas de trastornos detectados en los mismos niños por los profesores y por los padres. Los resultados hablan por sí solos: los maestros detectaron más síntomas de trastornos en los niños más pequeños, mientras que la distribución de síntomas entre los meses del año fue más uniforme cuando dependió de la percepción de los padres.

033 la importancia de nacer en diciembre 6 - diferencias padres-profesores

033 la importancia de nacer en diciembre 7 - inglaterra y escociaUna excepción: el caso de Dinamarca

El único estudio que no ha encontrado diferencias significativas en los diagnósticos de TDAH ha sido el realizado en Dinamarca en 2014, ya que en este país se da la opción de incorporar a los niños nacidos en octubre, noviembre y diciembre en el curso siguiente al que les corresponde por edad cronológica. De hecho, en el propio estudio, «un 40% de los niños nacidos entre octubre y diciembre se incorporaron al colegio un año después del que les correspondía por edad». Es decir, cuando la incorporación al colegio es flexible, las diferencias se atenúan o desaparecen.

Los ganadores siempre serán los demás

Otra gran injusticia hacia los pequeños de cada clase es que, evidentemente, siempre estarán en inferioridad de condiciones respecto a sus compañeros, lo que les perjudicará especialmente en concursos, competiciones y procesos de selección. Durante la etapa de infantil, preparémonos para ver siempre a los mayores de la clase ser los protagonistas de los festivales escolares, ganar los concursos de dibujo, recibir más «premios» por buen comportamiento, tener los papeles principales en las representaciones… Más tarde, nuestros hijos de final de año también serán los principales perjudicados en los procesos de selección deportivos. Estudios científicos han observado que los equipos deportivos infantiles y juveniles están formados en su mayoría por niños nacidos en los primeros meses del año:

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Este efecto de la edad relativa, que beneficia a los mayores de cada año, se mantiene muchas veces hasta la edad adulta (aunque más atenuado), dadas las mayores posibilidades de las que han gozado los mayores a lo largo de su infancia. Incluso en la liga española de fútbol, el 61% de los jugadores han nacido en el primer semestre del año, según un estudio de 2011. No en vano, los más pequeños, por su menor desarrollo físico, tienen menos destreza en habilidades físicas básicas como el salto, el lanzamiento o la carrera (Birch, Cummings et al, 2014).

Menor rendimiento académico y más fracaso escolar

En etapas escolares posteriores, como primaria, los niños más pequeños de cada clase tienen mayor riesgo de tener un menor rendimiento académico. Un estudio de 2006 de la Universidad de California habla de la persistencia del nivel de madurez en la primera infancia, al comienzo de la escolarización:

«En la entrada al colegio existe un «continuum» de edades debido al uso de una única fecha de corte escolar, haciendo que los niños más mayores sean aproximadamente un 20% más mayores que los niños más pequeños [en EEUU la escolarización empieza en torno a los 5 años]. Ofrecemos pruebas sustanciales de que estas diferencias madurativas iniciales tienen efectos de larga duración en el rendimiento de los alumnos en los países de la OCDE. En concreto, los miembros más jóvenes de cada cohorte puntúan entre 4 y 12 puntos porcentuales menos que los miembros más mayores en 4º curso y entre 22 y 9 puntos porcentuales menos en 8º curso. De hecho, datos de Canadá y EEUU indican que los miembros más jóvenes de cada cohorte tienen menos probabilidades de ir a la Universidad».

El estudio sobre niños islandeses citado anteriormente también comprendía el estudio de su rendimiento académico, tanto a los 9 años (4º curso) como a los 12 años (7º curso). El rendimiento académico resultó ser sensiblemente superior en los mayores de la clase que en los pequeños, tanto en lengua como en matemáticas, y tanto en chicos como en chicas. Estas diferencias todavía persistían a los 12 años, aunque más atenuadas que a los 9.

033 la importancia de nacer en diciembre 4 - islandiaUn estudio recién publicado en octubre de 2015 y dirigido por el investigador español Juan José Navarro apunta que, aunque las diferencias por los efectos de la edad relativa desaparecen con el paso de los años, en alumnos de 8º curso de Chile (aprox. 13 años) aún se observan diferencias significativas en función del mes de nacimiento. Por eso mismo aboga por realizar «cambios en la política de agrupación escolar, basados en una mejor comprensión del desarrollo, que a su vez pueda incrementar las oportunidades de todos los estudiantes». Otro estudio también de 2015 realizado en Holanda (fecha de corte: 1 de octubre), aun con un sistema más flexible, demuestra que los niños más pequeños son también más propensos a repetir curso:

holanda¿Y qué ocurre con los repetidores? ¿Mejora su situación al convertirse en los «mayores de la clase»? Desafortunadamente, no. El mismo estudio holandés apunta que, en los repetidores, se ve un «efecto inverso» de la edad relativa: ser repetidores se convierte en un estigma que hace descender su rendimiento y aumentar sus marcadores de depresión. Un reciente estudio realizado en Japón también en 2015 afirma que los adolescentes con una edad relativa inferior son más propensos a la depresión y, en casos extremos, al suicidio.

¿Qué podemos hacer los padres de hijos nacidos a finales de año?

Ante este panorama, y sin unas políticas educativas sólidas de apoyo que contrarresten los efectos de la edad relativa, el peso de la compensación de todas estas desventajas recae únicamente en las familias. Nuestro papel es muy importante para que su desarrollo y su autoestima no se vean perjudicados.

1. Concienciarnos. Las familias debemos ser plenamente conscientes de la posición cronológica que nuestros hijos de final de año tendrán dentro de su clase y de todas sus implicaciones, ya mencionadas con anterioridad. Por tanto, debemos ajustar nuestras expectativas y evitar comparaciones fáciles con niños que, por edad cronológica, realmente no son comparables al nuestro.

2. No autorizar medidas drásticas a edades tempranas. No debemos dejarnos impresionar por profesionales que, especialmente en la etapa de educación infantil, insistan en diagnosticar a nuestro hijo nacido a finales de año con trastornos como TEA o TDAH, o en considerar que tiene necesidades educativas especiales. Démosle la oportunidad de desarrollarse y de ponerse madurativamente a la altura de sus compañeros antes de tomar una decisión que le puede afectar de por vida.

3. Acompañarlo en su desarrollo. Para cualquier niño es de vital importancia que sus adultos de referencia le acompañen a lo largo de su maduración para que su desarrollo sea óptimo. Más importante es, si cabe, para los nacidos a final de año, ya que en el entorno escolar se les exige mucho más que a otros niños más mayores, que alcanzarán las expectativas con menos esfuerzo. En un clima de afecto y con sólidos vínculos de apego seguro, el niño se desarrollará hasta el máximo de sus capacidades.

4. Dar acompañamiento emocional. Desafortunadamente, nuestro hijo de final de año deberá enfrentarse a más de una situación injusta, cuando se encuentre con que «no lo cogen» o «no lo eligen» para algo que le haría especial ilusión, en favor de algún niño más mayor. Lejos de recriminarle o echarle en cara su fracaso, deberemos insistir en que siga persiguiendo sus sueños, ya que, con el paso del tiempo, las barreras de la edad relativa irán menguando, y, si no se rinde, podrá lograr lo que se proponga.

5. Tener paciencia. Como dijo George Bernard Shaw, «la juventud es un problema que se cura con los años». Igualmente, con el paso del tiempo, la diferencia relativa de edad entre compañeros será cada vez menor (no es lo mismo una diferencia de 11 meses en niños de 3 años que en niños de 13). Este punto es en el que se resumen todos. Si aceptamos que la inmadurez de nuestro hijo es transitoria y confiamos en sus capacidades, él podrá disfrutar (y nosotros también) de su primera infancia sin preocupaciones ni complicaciones impuestas desde el exterior.

Y es que, como decía Judit Falk, continuadora de la prestigiosa Dra. Emmi Pikler: «El soporte más eficaz que se puede ofrecer a los niños con un desarrollo más lento que la media no difiere del que favorece el desarrollo y crecimiento de los otros niños: seguridad afectiva, una cálida relación con la persona adulta, basada en el profundo interés de que son objeto, y una actitud de paciencia».

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