Tu hijo pasa los 2 años y no habla, o apenas dice algunas palabras. Inmediatamente, todas las alarmas se disparan. ¿Le pasará algo? ¿Tiene algún problema? ¿Será un signo de poca inteligencia? ¿Necesita tratamiento? ¿Lo llevamos a logopedia para que le enseñen a hablar? En estos casos, la (lógica) preocupación de padres, cuidadores y profesores puede, no obstante, traer consecuencias más graves que el propio retraso en el habla en sí, ya que nuestros hijos pueden acabar recibiendo un tratamiento innecesario y hasta un diagnóstico equivocado de algún trastorno neurológico, como Trastorno Específico del Lenguaje (TEL), Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) o incluso Trastorno del Espectro Autista (TEA). Sigue leyendo
¿Por qué es fácil que un niño que tarda en hablar acabe con un diagnóstico equivocado o un tratamiento innecesario?
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