«Cuando salimos de viaje, me tengo que llevar en la maleta sus cosas de comer: sus nueces, sus galletas de su marca…», se lamentaba recientemente en el parque el padre de un niño de 3 años. «Eso se le quita con el comedor escolar», le espetó su interlocutora, madre de una niña de 3 años a la que deja a comedor, pese a que, en su caso, podría llevarla a comer a casa.
A pesar de las altas cifras de paro, cada vez son más los niños que van a comedor. Y es que, aparte de quienes los dejan por sus obligaciones laborales (o porque, lamentablemente, tienen muy escasos recursos), cada vez son más los padres y madres que piensan que el comedor tiene una «función pedagógica». En su opinión, el comedor es una especie de institución de educación alimentaria, donde los niños aprenden a comer solos y «de todo». Pero, ¿esto realmente es así? ¿Qué es lo que aprenden realmente nuestros hijos en el comedor escolar? Sigue leyendo